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Cayo Mario ( (157-86 a.C.).

Mario nació en Arpino en 157 a.C. y fallecido en Roma en 86 a.C. 

Nació en el seno de una familia campesina del orden ecuestre propietaria de numerosas fincas rústicas. Su primer destino militar fue Hispania, adonde acudió con las tropas de Escipión Emiliano. Participó con este último en el sitio de Numancia, en 133 a.C., y recibió los elogios de su general por su comportamiento durante la campaña.

En 123 a.C. ejerció como tribuno militar y en 121 a.C. como cuestor. 

Fue elegido en 119 a.C. tribuno de la plebe gracias al apoyo de los Metelo, de quienes su familia era cliente. 

 Trató de aprobar la lex tabelaria destinada a suprimir los abusos en las elecciones de los magistrados, lo que le valió la oposición del partido aristocrático. 

Se ganó la animosidad de los populares al oponerse a una lex frumentaria, que pretendía aumentar los repartos de trigo entre la plebe urbana. 

La animadversión de la aristocracia hacia Mario aumentó cuando trató de aumentar el número de caballeros que formaban parte de los tribunales. 

Elegido pretor en 115 a.C., al año siguiente recibió el mando de Hispania Ulterior con el rango de propretor. Sus rivales le acusaron de haber comprado a sus votantes, acusación de la que fue absuelto por un tribunal ecuestre. Cuando en 112 a.C. Q. Cecilio Metelo fue enviado a África para continuar la guerra contra Yugurta, se llevó a Mario como legado de sus tropas.

Reformas en el ejército.

Fue enviado en 110 a.C. para hacerse cargo del ejército de África junto a Rutilio Rufo. Su primer objetivo fue levantar la moral de todo el ejército a lo que dedicó todo el 109 a.C. Al año siguiente obtuvo la victoria de Mutul, pero regresó a Roma para preparar su elección como cónsul. 

Obtuvo el consulado en el 107 a.C. e hizo aprobar un decreto popular en el que se le transfería el mando de las tropas de Numidia en sustitución de Metelo. Al tener problemas para reclutar nuevos soldados, permitió el ingreso en el ejército por primera vez en la historia de Roma de los ciudadanos que no tenían suficientes recursos económicos, con lo que se creó un verdadero ejército profesional. De esta forma cambió una organización militar que se encontraba obsoleta. Los nuevos soldados procedían principalmente del proletariado rústico, que aspiraba a obtener un trozo de tierra cultivable tras el licenciamiento.

  Mario cambió la táctica del ejército, que pasó a organizarse en cohortes, unidades formadas por unos 600 hombres. Éstas eran mucho más elásticas que la legión y tenían una mejor capacidad de maniobra y de ataque al ser su armamento mucho más moderno. Los soldados comenzaron a ser sometidos a una rígida disciplina y a duros y continuos entrenamientos. El legionario romano pasó a ser denominado popularmente mulus Marianus.

Guerra de Yugurta.

Las campañas de Mario en África se prolongaron por el espacio de tres años, durante los cuales tuvo que hacer frente a la táctica de guerrillas desarrollada por los hombres de Yugurta Poco a poco logró avanzar hacia el oeste arrasando el territorio y las ciudades que encontraba a su paso, como fue el caso de Capsa. La situación cambió cuando el rey Boco de Mauritania rompió su neutralidad y se unió a las huestes de Yugurta. El cuestor de Mario, Sila, consiguió en 105 a.C. que el rey Boco retirara sus tropas y le entregara a Yugurta, que era su yerno. Mario regresó a Roma, donde celebró su victoria el 1 de enero de 104 a.C.

Gobierno de Roma

Su fama le permitió ocupar el cargo de cónsul sin interrupción desde 104 a 101 a.C. La nueva política de Mario perseguía el aumento del poder de los cónsules y el reparto de tierras entre sus veteranos mediante fundaciones coloniales. 

 Una lex Appuleia agraria dispuso la entrega de una parcela de 100 iugera en África a cada uno de los veteranos de Mario. Se rodeó de un grupo de fieles soldados, veteranos en su mayor parte de la guerra de Yugurta, entre los que se encontraba un joven Sertorio. Entre su séquito destacaba la presencia de la profetisa Marta, que gracias a sus predicciones desempeñó un gran papel en el aumento de la fama del general. Como el más alto magistrado de Roma, tuvo que hacer frente a las invasiones de los teutones y los cimbrios. A los primeros los derrotó en la batalla de Aquae Sextiae en 102 a.C, a los segundos al año siguiente en Vercellae. Tras sus victorias, la Galia quedó pacificada y nuevamente sometida al poder romano. Alrededor de 100.000 germanos y cimbrios fueron capturados y muertos.


Mario se convirtió en el héroe del momento; fue aclamado como tercer fundador de Roma y como padre de la patria. A su regreso a Roma, promulgó una ley contra la piratería y se alió con los líderes de los populares, Saturnino y Glaucio, quienes habían retomado la política de los Gracos. 

Ello provocó un enfrentamiento con el partido de los optimates, encabezado por Sila. Intentó también que se repartiera tierra entre los veteranos de sus recientes campañas. El cambio de la estructura social del ejército introducido por Mario, con el enrolamiento en masa de proletarios y la consiguiente desaparición de los adsidui, tuvo como primera consecuencia el replanteamiento de la problemática política y social romanas. 

Los voluntarios de Mario procedían, en su mayor parte, del proletariado rústico, para quienes el modesto sueldo ahorrado durante el servicio no podía ofrecer una seguridad financiera en caso de licenciamiento. Al no existir un ejército permanente, sus únicas esperanzas eran que no cesaran las guerras o que recibieran una propiedad agrícola de manos del Estado tras su licenciamiento.


Enfrentamientos con los optimates.

Cuando Mario no consiguió que Glaucio fuese elegido cónsul, los partidarios de este último asesinaron al candidato electo. Los aristócratas asesinaron a Glaucio y Saturnino, a lo que Mario respondió repartiendo armas al pueblo

 Presentó su candidatura a la cuestura para el año 99 a.C., pero las presiones de sus enemigos provocaron su retirada y su huida de Roma. 

 Mario se estableció momentáneamente en Oriente, donde se entrevistó con Mitrídates. Regresó en 98 a.C., cuando fue elegido augur. Junto con sus partidarios, trató de que se aprobase una ley que concediera la ciudadanía romana a los veteranos itálicos, proyecto en el que volvió a contar con la oposición de los optimates. Sus enemigos iniciaron una campaña contra él y sus seguidores en la que eran acusados de malversación de fondos públicos.

Durante la guerra social iniciada en 91 a.C. fue legado de las tropas de Rutilio, aunque la muerte de éste le entregó el mando de las operaciones contra los marsos. Prefirió mantener las posiciones y someter a sus hombres a un duro entrenamiento, estrategia que le dio el control de la región septentrional. Fue relevado de sus funciones militares en 89 a.C. por su elevada edad. Presentó su candidatura al consulado de 88 a.C., que iba acompañado del mando de la guerra en Asia. Cuando el Senado otorgó el mando de la campaña contra Mitrídates VI a Sila, Mario trató de anular el nombramiento y el tribuno Sulpicio Rufo hizo aprobar una ley por la cual debía entregarse a Mario el mando que se había confiado a Sila. Éste, como respuesta, se puso al frente de sus hombres y se apoderó de Roma, por lo que Mario se vio obligado a huir. Fue detenido en Minturno y, tras ser liberado, se refugió en África.


Aprovechando la presencia de Sila en Asia, el cónsul Cinna le invitó a regresar a Roma en 87 a.C. Mario desembarcó en Etruria, donde logró reclutar una legión. Cinna y Mario entraron a finales de año en Roma, justo después de que la asamblea hubiera invalidado el decreto de exilio de este último. Juntos comenzaron a perseguir a sus rivales políticos. Entre sus victimas se encontraban el cónsul Octavio y los consulares M. Antonio, P. Licinio Craso y Lucio Julio César. Sila fue declarado enemigo público y Mario fue elegido cónsul por séptima vez para el año 86 a.C., pero dos semanas después de su investidura falleció en Roma.

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