Vamos, antes de entrar en el estudio de los seres humanos en la Tierra, a alejarnos en el tiempo y en el espacio para vernos en nuestra magnitud.
Somos muy poca cosa, pero por muy poca cosa que seamos, somos los obserbadores del Universo. Si hay otros en otros lugares no podemos saberlo hoy.
Como observadores creamos nuestro relato, hacemos cultura de ello, formamos grandes doctrinas, teorías, verdades, manifiestos y lo estudiamos y lo transmitimos.
Los humanos sapiens somos solo esas criaturas ubicadas en un planeta del sistema solar que por una serie de circunstancias pudo tener agua y oxígeno para que surgiera la vida y de la vida surgimos nosotros, los animales del fondo del aire.
Aparecimos hace dos millones y medio de años, creamos las primeras civilizaciones hace unos seis mil años y dominamos de tal manera el planeta que incluso hemos modificado tanto su superficie, sus profundidades y su atmósfera que algunos autores se atreven a postular que hemos entrado en la época geológica del Antropoceno.
.
La Tierra estuvo mas de cuatro millones de años (su antiguedad es de 4.500 millones de años) sin nosotros y probablemente se pase otros cuantos millones celebrando nuestra ausencia, quizá otras criaturas nos sustituyan.
Al ser tan vieja nuestra Tierra no se puede estudiar aplicando medidas temporales como años, siglos o milenios, sino que tenemos que recurrir a otros conceptos como supereones, eones, eras y períodos.
Los supereones con periodos larguísimos de tiempo geológico que engloban distintos
eones.
Existe un supereón, conocido como Precámbrico, que es la etapa más larga dela historia de la Tierra (el 88 %) que engloba los tres primero eones.
Los Eones se definen como los periodos de tiempo en que se divide la historia de la
Tierra y están formados por distintas Eras Geológicas.
El inicio y la finalización de un
Eón está asociado con grandes acontecimientos geológicos y biológicos, que han
marcado un antes y un después en la historia del planeta.
La determinación del inicio y final de los Eones se realiza gracias a los eonotemas.
Un
eonotema es un conjunto de estratos rocosos o de sedimentos que se han formado
durante este periodo de tiempo geológico y que recogen los acontecimientos
geológicos y biológicos acontecidos.
Los sedimentos más antiguos se encuentran más
profundos y los más recientes son los más superficiales.
En la historia de la Tierra se distinguen 4 eones:
Hadeico, Arcaico, Proterozoico y Fanerozoico.
Eón Hadeico
Comienza en el momento en que se forma la Tierra, aproximadamente hace
4.567 millones de años y termina hace 3.800 millones de años.
. Durante este periodo
la Tierra colisiona con otro objeto celeste (protoplaneta llamado Tea),
formando el satélite de la Tierra, la Luna.
Eón Arcaico
Comienza hace 3.800 millones de años y termina hace 2.500 millones de años.
En el eón Arcaico se produce la solidificación del núcleo interno de la Tierra y la
generación del campo magnético.
Se produce un gran acontecimiento conocido
como el “bombardeo intenso tardío”, un intenso bombardeo de
meteoritos.
Comienzan a surgir las primeras moléculas de ácido ribonucleicos y
aparecen las primeras formas de vida (organismos procariotas unicelulares)
conocidos como arqueas o arqueobacterias.
Al final de este eón se estabilizan
los llamados cratones, que son trozos masas continentales que han
permanecido estables (pues no han sufrido procesos orogénicos) hasta
nuestros días.
Eón Proterozoico
Comienza hace 2.500 millones de años y termina hace 542 millones de años.
En
el eón Proterozoico la atmósfera cada vez tiene más oxígeno, aparecen las
primeras formas unicelulares complejas capaces de metabolizar el oxígeno y al
final de este eón aparecen los primeros organismos pluricelulares, huellas de
animales vermiformes (forma de gusano), así como las primeras esponjas
(Fauna de Ediacara).
Durante este eón se forman distintos depósitos volcánicos
y sedimentarios y se genera un súper continente, conocido como Pangea
Al
final de este eón se produce una gran glaciación a escala global, que casi
termina con la vida en el planeta.
Estos tres eones Haedico, Arcaico y Proterozoico forma el llamado supereón Precámbrico.
El Precámbrico engloba casi el 90 por ciento de la historia de la Tierra.
El Eón Fanerozoico comienza hace 542 millones de años y llega a la actualidad. En el eón Fanerozoico es donde se produce una gran explosión en biodiversidad. Se
divide en 3 eras geológicas: Paleozoica, Mesozoica y Cenozoica
El nombre Fanerozoico significa vida visible y llamativa.
La vida se extiende por toda la Tierra. Se producen sucesivas orogenias que dan lugar a la configuración actual de los continentes.
Se divide en tres eras
Paleozoica, Mesozoica y Cenozoica.
Era paleozoica (544 a 245 millones de años); se divide a su vez en períodos
Período Cámbrico (544 a 505 ma). La vida se desarrolla fundamentalmente en el
mar. Aparecen los primeros animales con exoesqueleto y concha. La atmósfera alcanza
el 10 % de oxígeno. Se sigue fragmentando el super continente.
Período Ordovícico (505 a 440 ma). Se sigue diversificando la vida y aparecen los
primeros vertebrados, los peces acorazados o placodermos. Las animales y plantas
empiezan a conquistar las tierras emergidas.
Período Silúrico (440 a 410 ma). Se produce la primera extinción masiva, debido a
una gran glaciación (conocida como ordovícica-silúrica).
La atmósfera alcanza el 21 %
de oxígeno. Aparecen los primeros insectos terrestres.
Se produce la gran orogenia
Cadeloniana (ambos lados del atlántico) hoy prácticamente erosionada.
Período Devónico (410 a 360 ma). Aparecen los primero peces de agua dulce y los
primeros anfibios. Se desarrollan los primeros árboles.
Período Carbonífero (360 a 286 ma). Aparecen los primeros reptiles. Se desarrolla la
primera membrana amniótica, lo que permite la puesta de huevos lejos del agua. Los
reptiles colonizan los continentes. Se desarrollan estructuras en los vegetales como el
polen y las semillas.
La atmósfera alcanza grandes concentraciones de oxígeno.
Durante la llamada Glaciación permo-carbonífera se forman los grandes depósitos de carbón.
Período Pérmico (286 a 245 ma). El continente Pangea se divide en dos.
Aparecen los
primeros dinosaurios y los llamados reptiles mamiferoides (como el dimetrodon). El
clima era de tendencia tropical a seco y árido.
Se produce una extinción masiva de
especies, conocida como la “Gran Extinción Pérmica”.
La Era Mesozoica, (de 245 a 65 millones de años )
Es también conocida como la era de los dinosaurios, pues fue el momento de la
historia de la Tierra en que estos animales fueron los más abundantes en especies.
La
Era Mesozoica está formada por los periodos:
Período Triásico (245 a 208 ma). Los dinosaurios modifican la estructura de la
cadera, para la carrera veloz.
Período Jurásico (208 a 146 ma). Se fragmenta Pangea II y se empieza a crear el
océano Atlántico. La Antártida y Australia se separan de África. Aparecen los primeros
peces teleósteos y las primeras aves y mamíferos.
Período Cretácico (146 a 65 ma). Sudamérica se separa de África. Se forma la mayor
parte del petróleo actual. Aparecen los primates. Se produce la gran extinción
cretácica por la colisión de un gran meteorito en la Tierra.
La Era Cenozoica (65 millones de años a la actualidad):
Período Terciario (65 a 1.8 ma) Aparecen grandes mamíferos, como el ancestro del
caballo actual hace 54 ma, así como los ancestros de la ballena hace 50 ma. Aparecen
los casquetes polares. Aparecen los primeros primates con visión estereoscópica y
manos prensiles.
Hace 20 ma se produce la llamada Orogenia Alpina, que da lugar a
los Alpes, los Pirineos y el Himalaya.
Hace 5 ma aparecen los primeros homínidos
bípedos.
Período Cuaternario (1.8 ma a hoy). Se produce una gran diversificación del género
homo (erectus, antecesor, neanderthalensis, sapiens).
Gran abundancia de mamíferos.
Aparece el hombre y se extiende por todos los continentes.
Se producen grandes
glaciaciones, que perduran hasta el 10.000 A.C.
El estudio de la climatología durante el Cuaternario es muy interesante y necesario para la mejor comprensión de los movimientos de población y la forma de vida de los seres humanos del pasado.
Los seres humanos, al igual que el resto de los animales, tenían que adaptarse y adoptar soluciones como respuesta a los cambios climáticos, que a su vez conllevaban cambios en los distintos ecosistemas.
A principios del siglo XX las primeras periodizaciones (cronología alpina) que se hicieron del Cuaternario estaban basadas en criterios climáticos en base a cuatro períodos muy fríos en los que los grandes glaciares alpinos avanzaron hacia cotas más bajas; en principio estas cuatro glaciaciones se denominaron con nombres de ríos alpinos
Las glaciaciones cuaternarias son Günz, Mindel, Riss y Würm, después se añadieron otras dos Donau y Biber); entre cada una de estas fases hay períodos de retroceso de los frentes glaciares que dan lugar a épocas más cálidas o Interglaciales conocidos como Gunz-Mindel (Cromer), Mindel-Riss (Holstein), y Riss-Würm (también llamado Eemiense).
Las glaciaciones "clásicas" tienen sus equivalentes en el norte de Europa, Rusia y el continente americano; al mismo tiempo, los períodos glaciales no se dan en zonas más cercanas a regiones tropicales, alejadas de los casquetes glaciares, como pueden ser el continente africano, la periferia meridional mediterránea, Anatolia o zonas meridionales de América del sur, zonas en las que se dan períodos pluviales o húmedos, relacionados con las fases glaciales, que se alternan con fases áridas o interpluviales, asociadas a las fases interglaciales del continente europeo.
En estos períodos pluviales se formaron extensas sabanas herbáceas y la presencia de diversas especies de fauna; zonas desérticas actuales como el Sahara eran zonas con abundante vegetación con una variada población animal.
En la actualidad esta terminología de glaciares e interglaciares para establecer un marco climático-cronológico del Cuaternario ha sido sustituida por los denominados Estadios Isotópicos Marinos (MIS) o Estadios Isotópicos del Oxígeno (OIS).
Se han establecido escalas muy precisas de los cambios en las temperaturas marinas y atmosféricas a partir de la curva de variación de los isótopos del oxígeno. A través del estudio de las conchas de foraminíferos depositados en los sedimentos del fondo del mar, y de los casquetes glaciares, se han podido detectar los cambios de temperatura de los últimos 2.6 millones de años, definidos en 106 estadios isotópicos de los cuales 103 corresponden al período Cuaternario
Los estadios presentan a su vez una serie de variaciones climáticas ,ya sean frías o más templadas, que reciben el nombre de interestadios
Un interestadio dentro de un estadio par significaría que dentro de una época glacial o muy fría habría un período en el que el clima sería un poco más llevadero o templado, mientras que un interestadio dentro de un estadio impar querría decirnos que dentro de una época templada habría existido algún episodio de frío.
El Cuaternario a se divide en dos etapas:el Pleistoceno y el Holoceno.
El Pleistoceno se divide a su vez en tres épocas
Pleistoceno Inferior, que se inicia hace 2,5 millones de años con el límite magnoestratigráfico Gauss-Matuyama, y se da por terminado por la inversión magnética del campo terrestre conocida como Matuyama-Brunhes hace 781.000 años.
Pleistoceno Medio, que se inicia hace 781.000 años antes del presente (781 Ka Bp) en el límite Matuyama-Brunhes, y que es el período en el que se acentúan las alternancias climáticas características del Cuaternario.
- Pleistoceno Superior, comprendido entre 126 Ka Bp, con el inicio del Tarantiense y en la base del MIS 5e (interglacial Eeemiense), y el 11,7 Ka Bp; es en este período en el que tendrá lugar la última y más importante de las glaciaciones (Würm).
El Holoceno comienza hace 11.700 años aproximadamente y se caracteriza por un ascenso de temperaturas a nivel global hasta alcanzar las temperaturas actuales. En este período se han dado oscilaciones climáticas pero sin llegar a la intensidad de las oscilaciones de finales del pleistoceno.
El Holoceno se divide en las siguientes etapas atendiendo al estudio del ascenso de las aguas marinas, y por cambios en la flora y en la fauna:
- Etapa Preboreal (8500-6500 ka bp): Clima de transición, en el que van aumentando las temperaturas y el bosque va sustituyendo al paisaje de tundra.
- Etapa Boreal (6500-5500 ka bp): Clima más cálido a nivel global.
- Etapa Atlántica (5500-2500 ka bp): Clima de tipo oceánico, templado y húmedo.
- Etapa subboreal (2500-700 a.c): Clima más seco y árido, en e que la fauna es prácticamente la actual.
- Etapa subatlántica (700 a.c- hasta la actualidad): clima muy semejante al actual, con la fauna y flora actuales.
En Julio de 2018 la Comisión Internacional de Estratigrafía ha establecido una nueva división del Holoceno:
- Período Greenlandian: coincide con el fin de la edad de hielo y duró desde los 11.700 a los 8.200 años.
- Período Northgrippian: se prolongó desde los 8.200 hasta los 4.200 años.
- Período Megaleyense: desde 4.200 años hasta la actualidad.
¿Qué es el Antropoceno? ¿Es una etapa científica o ideológica?
El Antropoceno (de griego ἄνθρωπος anthropos, 'ser humano', y καινός kainos, 'nuevo') es una época geológica propuesta por una parte de la comunidad científica para suceder o reemplazar al denominado Holoceno, la época actual del período Cuaternario en la historia terrestre, debido al significativo impacto global que las actividades humanas han tenido sobre los ecosistemas terrestres.
No hay un acuerdo común respecto a la fecha precisa de su comienzo; algunos lo consideran junto con el inicio de la Revolución Industrial (a finales del siglo XVIII), mientras que otros investigadores remontan su inicio al comienzo de la agricultura, solapando enteramente al Holoceno, término usado desde 1867, época a la que pretende reemplazar o suceder, sí tiene su inicio definido formalmente por la Unión Internacional de Ciencias Geológicas desde 2008
El Antropoceno fue usado en el año 2000 por el ganador del premio Nobel de química Paul Crutzen, quien considera que la influencia del comportamiento humano sobre la Tierra en las recientes centurias ha sido significativa, y ha constituido una nueva era geológica.
La propuesta del uso de este término como concepto geológico oficial ha ganado fuerza desde el 2008 con la publicación de nuevos artículos que apoyan esta tesis.
Sin embargo, para que se convierta en oficial se requiere la aprobación de la Comisión Internacional de Estratigrafía.
Los contrarios a definir el Antropoceno como una nueva unidad cronoestratigráfica de la escala estándar global, argumentan que el registro estratigráfico correspondiente a este corto intervalo temporal es extremadamente reducido y que el Antropoceno es más una declaración política que una propuesta científica.
La idea de que la influencia del Homo sapiens sobre la biosfera sería cada vez más predominante no es nueva.
En 1778, Buffon escribió en Les Époques de la Nature acerca de esta influencia y en el siglo XIX, Antonio Stoppani creó el término Antropozoico para definir el periodo geológico contemporáneo del ser humano.
Andrew Revkin acuñó el término Antroceno en su libro El calentamiento global: Comprensión de la Previsión (1992), en el que escribió: estamos entrando en una era que en algún día podría ser contemplada como, por ejemplo, el Antroceno. Después de todo, se trata de una era geológica de nuestra propia creación.
Michael Samways acuñó otro término en 1999 en un artículo llamado "Traslocación de fauna a tierras extranjeras: aquí viene el Homogenoceno" en la revista Journal of Insect Conservation. utilizó el término Homogenoceno para definir nuestra época geológica actual, en el cual la biodiversidad está disminuyendo y los ecosistemas en todo el mundo se están transformando en otros.
El término también fue utilizado por John L. Curnutt en 2000 en una lista corta titulada "Guía para el Homogenoceno" en la revista Ecology. Curnutt se basó en el artículo “Especies exóticas en América del Norte y Hawái: impactos en los ecosistemas naturales” de George Cox.
Pero, como dijimos, el término Antropoceno fue acuñado en el año 2000 por el ganador del Premio Nobel Paul Crutzen por analogía con la palabra Holoceno.
Se argumenta como consecuencia más directa de las actividades humanas sobre el medio ambiente al calentamiento global de origen antropogénico debido a las emisiones de dióxido de carbono producto de la quema de combustibles fósiles como el petróleo, carbón y gas, así como resultado de la deforestación y producción de cemento en menor medida.
Las rocas denominadas plastiglomerados, formadas por una amalgama de plásticos, arena, rocas y desechos humanos, afirman los científicos que constituirán en el futuro una de las huellas más sólidas del paso del ser humano por el planeta
Durante los ciclos glaciales-interglaciales del último millón de años, la concentración atmosférica de CO2 ha variado entre 180 partes por millón (ppm) y 280 ppm aproximadamente. A partir de 2006, las emisiones antropogénicas netas de CO2 han aumentado la concentración atmosférica de CO2 en una cantidad comparable desde 280 ppm a más de 383 ppm.
Jan Zalasiewicz, geólogo de la Universidad de Leicester, al frente del Grupo de Trabajo del Antropoceno, aspira a rebautizar la época en la que vivimos con ese nombre “incómodo”: “Hemos dejado de ser meros habitantes de la Tierra para convertirnos en actores geológicos. La actividad humana tiene ya un impacto que está quedando grabado en los estratos, y eso es lo que pretendemos demostrar. No se nos escapa las implicaciones políticas del tema, pero lo que a nosotros nos ocupa es la ciencia”.
William Ruddiman ha propuesto la hipótesis del Antropoceno antiguo (nombre dado por algunos al periodo más reciente de la historia de la Tierra), según la cual los humanos empezaron a tener un impacto global significativo en el clima y los ecosistemas de la Tierra no en el siglo XVIII con la Revolución Industrial, sino ya hace ocho mil años, debido a las intensas actividades agrícolas de los humanos antiguos; en el continente Americano, por ejemplo, existe rastro humano desde hace 4000 años, o incluso 7000 años antes del presente. Ruddiman afirma que los gases de efecto invernadero generados por la agricultura impidieron el comienzo de una nueva glaciación.
Mientras tanto, según estudios realizados por William Ripple y Chris Doughty el antropoceno se podría remontar a un tiempo aproximado de 15 000 años debido a una cascada trófica producto de la eliminación de la fauna por parte de los cazadores-recolectores.
Pero el Antropoceno es hoy día un término informal, una metáfora del cambio medioambiental global. Para que se traslade oficialmente a la escala temporal geológica global estándar debe aprobarse por la Comisión Internacional de Estratigrafía y ratificarse por la Unión Internacional de Ciencias Geológicas en un Congreso Geológico Mundial, cumpliendo las especificaciones de la Guía Estratigráfica Internacional.
Para ello la base del Antropoceno debe ser definida con una sección estratotipo y punto de límite global en sedimentos o en un testigo de sondeo en hielo o como una fecha absoluta.
Existe un grupo de trabajo en la Comisión Internacional de Estratigrafía, dentro de la Subcomisión de la Estratigrafía del Cuaternario, que estudia la posibilidad de definir el Antropoceno como una nueva época geológica —posterior a la época Holoceno— o incluso como edad geológica, una división del Holoceno.
No se está planteando como nueva era o periodo, ni como sustituto del término Holoceno
Por otro lado un grupo de científicos se muestra en contra de esta nueva división por considerar que el término es nuevo y caprichoso. La palabra misma Antropoceno implica geocentrismo, antropocentrismo, etnocentrismo y egocentrismo.
Pero por muy egocéntricos que seamos hay que aceptar que somos los observadores del Cosmos y los generadores de todo este acerbo cultural y las divisiones del tiempo. Fuera del relato no hay nada, diría el filósofo Derrida, por lo tanto lo creamos todo a nuestra escala.
Los científicos están inmersos en un contexto social, político, religioso e intelectual de acuerdo con su época histórica, y a menudo sostienen las tesis del poder establecido. Sin ir más lejos, ¿cuánto tuvimos que esperar para que el heliocentrismo de Nicolás Copérnico, Galileo Galilei y Johannes Kepler se impusiera a la visión geocéntrica del Universo?
La civilización europea había situado a la Tierra como el centro del Sistema Solar. El Sol, y todos los planetas, giraban a nuestro alrededor. Lo mismo ocurrió con la explicación sobre el origen de la Humanidad: éramos el centro de la Creación divina.
Cuando en el siglo XVII, John Lighfoot –vicerrector de la Universidad de Cambridge– calculó la fecha de aparición de Adán y Eva dedujo que los dos primeros humanos –por supuesto blancos y de aspecto atractivo– habrían aparecido en escena el 23 de octubre de 4004 a.C., exactamente a las 9 horas de la mañana. Casualidades de la vida, fecha y hora coincidían con el inicio del curso académico en Cambridge. Un etnocentrismo compartido por Vicent Mares, en su obra La Fénix Troyana –también del siglo XVII– situó el Edén, y la génesis de Adán y Eva, en Valencia.
Lo cierto es que muchos científicos europeos defendieron esta idea de una creación inmutable y perfecta del ser humano hasta que personajes como Charles R. Darwin –en pleno siglo XIX– se atrevieron a proponer un origen biológico de la vida, además de la mutabilidad de esta.
Humanos, y el resto de seres vivos, compartíamos un mismo inicio que, lejos de ser un diseño divino, había tomado los azarosos caminos de la evolución biológica.
Somos algo muy pequeño en el Universo.
Y cuando se creía que el antropocentrismo científico estaba superado, Paul Josef Crutzen arrojó el término Antropoceno a la arena geológica.
La idea se ha visto retroalimentada con la evidencia científica del cambio climático global que sufre nuestro pequeño planeta azul.
Salvo para los negacionistas, está claro que existe un cambio climático provocado y acelerado por la actividad humana; y las pruebas más sólidas las han aportado la Arqueología y la Paleontología. Mucho antes de nuestras junglas de asfalto y la Revolución Industrial, ya en el Neolítico detectamos que se empezó a alterar el medio físico a causa de la agricultura, la ganadería y el asentamiento de grandes poblaciones.
Consecuentemente, deberíamos exculpar o eximir de responsabilidades a los primeros humanos cazadores-recolectores del Paleolítico.
Ahora bien, a pesar de la nada despreciable huella humana en el medio ambiente, bautizar esta nueva época como Antropoceno parece impropio.
Solamente somos una especie más en el contexto de la vida en el planeta, y si queremos estudiarnos, en su justa medida, sería mucho más acertado seguir haciendo ciencia –aunque pueda parecer un eufemismo o una paradoja– desde una perspectiva global y no solo centrada en el ombligo antrópico.
De la misma forma que a nadie se le ha ocurrido bautizar como «Trilobiticeno» el Paleozoico (desde los 541 hasta los 298 millones de años la Tierra estuvo dominada por los trilobites); al igual que no definimos como «Sauroceno» el Mesozoico (los dinosaurios saurópodos reinaron el planeta a lo largo de unos 180 millones de años), en la actualidad no tiene sentido que hablemos de Antropoceno para un período que, siendo generosos, ocupa tan solo unos 14 000 años de la historia cosmológica y geológica. Incluso menos si situamos su inicio en 1800 –algunos especialistas vinculan el comienzo del Antropoceno con el pistoletazo de salida de la Revolución Industrial.
Hay qu estudiar y debatir sobre el cambio climático, la deforestación, el crecimiento demográfico, la falta de recursos naturales, las megaciudades o la globalización provocada por el ser humano, pero no caer de nuevo en el antropocentrismo.
Somos una especie más y, por muy humanos y sapiens que nos creamos, no pondremos fin a la vida en el planeta ni a la Tierra; ambas nos sobrevivirán y continuarán evolucionando en el ámbito cosmológico, geológico y biológico. Por supuesto que hemos extinguido muchísimas especies y otras las hemos convertido en prácticamente invisibles pero la vida se abre camino, y de formas insospechadas.
Es cierto que el término Antropoceno tiene gancho mediático y también dramático. Cada vez se emplea más en publicaciones diversas. Ahora bien, el estudio científico no puede caer en el lado oscuro del antropocentrismo. Por encima de pasiones personales y el impacto mediático, debemos ser cuidadosos en el momento de utilizar según qué terminología no consensuada en el ámbito académico. Una cosa es saber y adivinar a qué nos referimos, otra que la forma de hacerlo sea la correcta.
¿Que piensas tú?
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