Los etruscos no constituían un imperio dada su organización política en ciudades-estado, cada una de las cuales era una monarquía absoluta donde el lucumo (rey) administraba la justicia, actuaba como sumo sacerdote y era jefe del ejército, posteriormente pasaron a una república oligárquica que contaba con un senado.
Etruria se conformaba en federaciones de doce ciudades unidas por lazos estrictamente religiosos, lo que era llamado Dodecápolis, o Liga etrusca a la que se sumarían la Etruria padana y la Etruria campana, pero esta alianza no era política, ni militar y cada ciudad era en extremo individualista.
Formaron parte de la Liga, ciudades importantes como Veyes, Caere, Tarquinia, Vulci, Ruselas, Vetulonia, Populonia, Volsinios, Chiusi, Perusia, Arretio y Volterra.
Primera guerra de Veyes (480 -474 AC)
Veyes era una ciudad rica que, ubicada a solo 20 km de Roma en una meseta fácilmente defendible, controlaba un cruce del Tíber y dominaba todo el territorio en su margen derecha. El río constituía la frontera natural entre el territorio etrusco y el de las poblaciones latinas. Pero sobre todo, era la principal vía de tráfico desde el mar hacia el interior y constituía la mejor conexión entre el sur de la zona tradicional etrusca y el puesto avanzado griego en el sur de Italia, que era Capua.
En principio, la causa fue la pugna por el dominio de las rutas comerciales, que tenían como eje el río Tíber, pero luego se fue complicando con nuevos elementos, como la presión sabina sobre Roma, las necesidades de expansión de esta ciudad, o sus nuevas necesidades de abastecimiento.
El río Tíber señalaba los confines de los dos Estados; Roma ocupaba la orilla izquierda y Veyes la derecha; y cada una de las ciudades tenía sobre la ribera opuesta el control del comercio, siendo una amenaza constante para la otra.
Roma tenía el Janículo, Veyes tenía a Fidenae; más o menos tarde, la guerra entre ellas era inevitable, porque esta guerra había de decidir cuál de las dos rivales se quedaba con el dominio exclusivo del Tíber inferior y su embocadura.
También fundamental fue el control del septem pagi
(territorio situado al oeste de la isla Tiberina). Donde estaban las
salinas, ubicadas en la desembocadura del río y del comercio de la sal
que se obtenía de ellas.
Por otro lado, para Roma la ciudad etrusca
era el primer gran obstáculo para su expansión comercial y militar hacia
Etruria y estaba estrechamente aliada con las ciudades de Capena,
Falero y Fidena.
Comenzó la guerra con incidentes fronterizos provocados por Roma, que aspiraba a los bosques de la desembocadura del Tíber, y al control de la Vía Salaria.
Después de una coexistencia pacífica entre Roma y Veyes, estas ciudades se hallaron abiertamente en guerra hasta el punto de enfrentarse abiertamente en el 480 AC.
El ejército romano estuvo cercano a la derrota, pero fue salvado por el cónsul Céson Fabio Vibulano. Después de esta batalla, los veyenses invdieron territorio romano pero se retiraba prodentemente ante la llegada de las legiones romanas para evitar el conflicto directo.
En medio de un conflicto con los ecuos y los volscos, los romanos estaban luchando en dos frentes. Así, en 479 AC, la gens Fabia ofreció ocuparse de Veyes por su cuenta mientras que las legiones de la República luchaban contra sus otros enemigos.
Tito Livio dice que los 306 fabios patricios fueron a la guerra junto con sus clientes, en total unos 5.000 efectivos, una legión completa.
Los fabios construyeron una fortaleza en el río Crémera, cerca de Veyes, desde el cual consiguieron limitar las incursiones veyenses y comenzaron a realizar incursiones contra el territorio de Veyes, la cula, debilitada por el saqueo de las expediciones lanzadas desde el fuerte Cremera por los romanos pidió a otras ciudades etruscas que enviasen refuerzos.
Los etruscos una vez reforzados, lanzaron un ataque contra el fuerte de Cremera.
Cuando lo veyanos se disponían a atacar a los fabios, intervino el cónsul Lucio Emilio Mamercino con sus legiones y la repentina carga de caballería sorprendió a los veyanos. Hubo una batalla real y los etruscos, atacados incluso antes de que estuvieran listos en formación, fueron fuertemente golpeados y perseguidos hasta Saxa Rubra donde estaban acampados.
Los veyanos y sus aliados refugiados en su campamento, fueron sitiados por los romanos. Unos días más tarde, los etruscos propusieron la paz, Lucio Emilio se la concedió después de recibir la aprobación del Senado, pero sin imponer condiciones restrictivas.
Batalla del río Cremera (18 de julio del 477 AC)
Pronto, Veyes rompió la tregua y reanudó la ofensiva, los veyanos reanudaron sus ataques, pero fueron derrotados una y otra vez por los Fabios, quienes, envalentonados por sus éxitos, se volvieron más atrevidos y atacaron y saquearon el territorio de Veyes.
Las repetidas victorias de los fabios humillaban a Veyes y animaban a aquellos,a aventurarse cada vez más lejos, arriesgándose más.
Finalmente los veyanos decidieron tenderles una trampa que culminó con la masacre de los fabios, a solo quedó Quinto Fabio Vibulano, que era demasiado joven para haber ido a la guerra.
La batalla se dice que ocurrió el 18 de julio de 477 AC.
Posteriormente los veyanos tomaron el fuerte de Cremera.
Los cónsules de ese año eran Cayo Horacio Pulvillus y Tito Menenio Agrippae, este había sido enviado contra veyanos y sus aliados, siendo también derrotado.
Las fuerzas etruscas sitiaron Roma.
El cónsul Cayo Horacio Pulvillus que estaba en una campaña contra los volscos, regresó y después de dos batallas en las puertas de Roma, consiguió repeler al enemigo, que se hizo fuerte en la parte superior del Janículo desde donde devastó el territorio romano.
Al año siguiente fueron los cónsules Verginio Tricostus Rutilus y Servilio Prisco Structus, éste último fue sorprendido en una emboscada al igual que los fabios, sufriendo grandes pérdidas. El cónsul Servilio intentó enjuiciar a su colega por no haber acudido en su rescate.
La guerra terminó con una tregua que otorgaba ventaja a los veyanos. Tras la firma los ejércitos etruscos se retiraron.
Segunda guerra de Veyes (437 – 426 AC)
La incitación a la Segunda guerra contra Veyes era la misma de siempre: demasiada población en un área demasiado pequeña.
La ciudad de Veyes estaba situada a solamente 18 km de Roma, en el otro lado del río Tíber. Más cerca estaba Fidenas a una distancia de tan solo 8 km y al igual que Roma, en la orilla izquierda del río y que controlaba el tráfico hacia Roma.
De hecho, Fidenas era una colonia romana. A sus habitantes no les gustaba su situación y en 437 AC, decidieron cambiar de bando y acudieron a Lars Tulumnio, rey de Veyes.
Cuando Roma envió el enviado para averiguar por qué los fidenos habían cambiado de bando, los enviados fueron asesinados por órdenes de Tulumnio.
Después de la primera batalla sangrienta el Senado Romano nombró dictador a Emilio Mamercino. Bajo su mando los romanos ganaron la siguiente batalla, pero la guerra estaba lejos de terminar. Esta guerra que duraría 11 años. Aun así, las campañas se libraron durante el verano; el único momento en que era interesante para saquear los campos del enemigo.
En el año 434 AC Quinto Servilio fue nombrado dictador. Cuando Roma se vio debilitada por una epidemia, y fue atacada de nuevo por Veyes y Fidenas. El dictador llevó a cabo un ataque en Fidenas y darse cuenta de que no podía invadir la ciudad ni tampoco era muy posible sitiar la ciudad, decidió cavar un túnel y tomó la ciudad por sorpresa.
Batalla del monte Álgido (18 de junio de 431)
En el año 431 AC, los ecuos y volcos se reunieron en el monte Álgido, que se encuentra a unos 20 km al sur de Roma, y construyeron fortificaciones. Por supuesto, esto causó pánico en Roma, pero los dos cónsules no consiguieron ponerse de acuerdo sobre cómo hacer frente a este problema. El Senado,nombró a Postumiuo Tuberto como dictador, que logró derrotar a los enemigos en la batalla del monte Álgido.
Esta victoria, que según la tradición se logró un 18 de junio, decidió la contienda con los ecuos, que a partir de este momento desaparecieron en la historia de Roma, como potencia adversaria.
De acuerdo con la tradición el dictador condenó a su propio hijo a muerte en esta campaña porque abandonó su puesto llevado por su ardor de luchar contra el enemigo. Esta historia es rechazada por Tito Livio. Tuberto celebró un triunfo a su regreso a Roma.
Veyes buscó el apoyo de otras ciudades etruscas. Cuando aparentemente las 12 ciudades etruscas se disponían a marchar sobre Roma. El Senado designó a Emilio Mamercino dictador una vez más. Pero la liga etrusca era solamente una unión entre las ciudades y no había ninguna obligación de ayudarse mutuamente. Los veyanos al verse solos, desistieron atacar. Los romanos se sintieron aliviados.
Emilio acortó la duración de su cargo de 5 años a 18 meses y después dimitió.
En 426 AC se eligieron 4 proconsules que decidieron atacar Veyes de nuevo. Tres de ellos marcharon hacia Veyes, pero debido a la falta completa de coordinación, fueron derrotados.
En Roma cundió de nuevo el miedo; el Senado designó como dictador a Emilio Mamercino de nuevo. Evidentemente, los romanos no habían destruido Fidenas ni llevado al pueblo a la esclavitud, porque Fidenas tomó parte en la batalla que siguió. Una vez más Fidenas fue conquistada. Esta vez la ciudad fue destruida y un montón de prisioneros vendidos como esclavos. A Veyes se le concedió una tregua de 20 años.
Tercera guerra de Veyes (406 – 396 AC)
Un ejército romano hasta la fecha- los soldados eran llamados en la primavera, y licenciados en otoño, servían a sus expensas y se armaban según su posibilidad económica- estaba sujeto a muchos inconvenientes. No podía marchar lejos de casa, no podría hacer campañas largas, no podía estar de guarnición en ciudades capturadas. Esta debilidad se hizo tan patente en la guerra anterior contra Veyes, el Senado finalmente optó por pagar, alimentar y equipar a los soldados.
La paga era en un principio de 100 asses (dinero suficiente para comprar un buey) al mes por infante, el doble tanto para los oficiales de menor importancia y la caballería, y el triple para un jinete que proporcionaba su propio caballo. Pero las armas, equipos y alimentación eran deducidos de la paga. Con esta medida, los soldados podían permanecer más tiempo en las legiones y permitir prolongar las guerras en tiempo que fuese necesario.
Al finalizar la tregua, no faltaron pretextos para renovar las hostilidades. Antiguas ofensas no satisfechas fueron de nuevo evocadas ante el Senado, para demostrar que Roma hacía la guerra en defensa de su derecho. Después de algunas discusiones internas en Roma, la guerra fue declarada en el año 405 AC, y comenzó el largo asedio a Veyes que se prolongaría durante 10 años. Veyes sólo obtuvo el apoyo de las ciudades etruscas de Capua, Falerii y Tarquinia, mientras que la también etrusca Caere, apoyaba a los romanos.
No se sabe nada sobre los dos primeros años; y solo al llegar al 403 AC, se habla de una salida de los sitiados, los romanos habían construido una gran rampa que había llegado a las murallas de la ciudad, y sus manteletes estaban a punto de ser puesto en contacto con las murallas, con objeto de demolerlas. Una noche, los defensores de Veyes salieron de la ciudad, y quemaron las máquinas de asedio y la rampa. Los romanos tras esta derrota, renovaron el asedio.
Reveses romanos
En 402 AC, Manlio Sergio Fidenas y Lucio Verginio Tricostus Esquilinus, dos de los seis tribunos consulares para el año, se detestaban entre sí.
Los capenatos y los faliscos, dos pueblos de habla latina que vivían al norte de Veyes y eran parte del mundo etrusco, temían que si Veyes caía, a continuación irían a por ellos, así que decidieron acudir en ayuda de sus vecinos.
Su ejército combinado atacó parte de las trincheras romanas mandadas por Sergio. Al mismo tiempo, los defensores de la ciudad atacaron las trincheras desde el lado opuesto. El campamento principal romano estaba mandado por Verginio, que se negó a ayudar a menos que Sergio le pidiese ayuda. Sergio era demasiado orgulloso para hacer eso, y se vio obligado a retirarse de nuevo a Roma.
Los tribunos consulares fueron procesados y condenados respectivamente a una multa de 10.000 ases, porque el primero había dejado a los veyenses asaltar su campo, y el segundo, a pesar de su proximidad, no había ido a socorrerle.
En el 401 AC los tribunos consulares. Manio Sergio y L Virginio Camilo siguieron con el asedio, mientras que el tribuno consular Marco Furio Camilo castigó a los capenatos y a los faliscios, por la ayuda que habían prestado a Veyes, devastando su territorio.
En el año 399 AC los capenatos y faliscos hicieron un segundo intento de asalto. Esta vez los romanos cooperaron, y mientras los aliados atacaban las trincheras romanas por retaguardia, siendo rechazados y obligados a huir. Los defensores de la Veyes hicieron una salida, quedando atrapados fuera de los muros de la ciudad cuando las puertas fueron cerradas para evitar que los romanos irrumpieran en la ciudad. Los capenatos y faliscos sufrieron una segunda derrota en su huida cuando se encontraron con un grupo romano que regresaba al campamento.
Los años 398 y 397 AC fueron tranquilos alrededor de Veyes. Pero en el 396 AC, se nombró dictador a Marco Furio Camilo, después de que dos de los tribunos consulares Titinio y Genucio se habían dejado conducir a una emboscada de los capenatos y faliscios, y el segundo había muerto durante la misma.
Batalla de Nepete (396 AC)
Camilo nombró a Publio Cornelio Scipión (antepasado de los africanos) como magister equitum, reclutó un nuevo ejército, que por primera vez incluía elementos latinos y hérnicos. Se dirigió contra los capetanos y falicios y les derrotó en la batalla de Nepete (Nepi), y prosiguiendo a continuación con el asedio.
Caída de Veyes (396 AC)
Los soldados trabajaron turnos de seis horas sin detener la excavación. Cuando Camilo se enteró de que la guerra se acercaba a su fin, preguntó al Senado qué hacer con el inmenso botín que seguramente la riquísima ciudad le proporcionaría.
A través de este túnel un grupo seleccionado se abrió camino y entró en la ciudad, abriendo las puertas, mientras tanto los habitantes se mantuvieron ocupados con un ataque simultáneo en muchos puntos. Finalmente, la ciudad fue asaltada. La ciudad fue incorporada a la esfera romana.
Marco Furio Camilo recibió del Senado un triunfo, en el que exhibió un impresionante botín.
El momento era importante para ambas ciudades, pues marcaba el principio de la decadencia final de Etruria, amenazada por el norte por los celtas, y al sur por Roma, así como el inicio de la expansión romana, que la llevará a la conquista de toda Italia.
La caída de Veyes aumentó en gran medida la fuerza potencial de Roma. Casi se duplicó la tierra controlada directamente por la ciudad. Aunque los habitantes sobrevivientes de Veyes fueron vendidos como esclavos, se respetó a la población rural, aumentando la mano de obra de la República. Este gran aumento en el poder pronto iba a ser eclipsado temporalmente por un gran desastre, seis años más tarde la ciudad fue capturada y saqueada por los galos bajo Breno.
Primera guerra contra Tarquinia (389-386 AC)
En el 390 AC, los galos de Breno derrotaron por primera vez al ejército romano en la batalla de Alia y saquearon Roma al año siguiente. Los escritores antiguos relatan que, en el 389 AC, los etruscos, los volscos y los ecuos reunieron a sus ejércitos en un intento de aprovecharse del caos en Roma. Según Tito Livio, líderes de toda la Etruria se reunieron en el santuario sagrado de Voltumna para formar una alianza contra Roma. Cercados por amenazas provenientes de todos los flancos, los romanos nombraron a Marco Furio Camilo dictador. Camilo marchó primero contra los volscos, dejando, según Livio, una fuerza bajo el mando del tribuno consular, Lucio Emilio Mamercino, en el territorio de Veyes para protegerlo de los etruscos. En el transcurso de la campaña, Camilo infligió derrotas acaudaladas a los volscos y ecuos y finalmente pudo volver a los etruscos.
Mientras Camilo estaba fuera luchando contra los volscos, los etruscos rodearon la ciudad de Sutri, aliada de Roma.
Los sutrianos fueron a Roma a pedir la ayuda y Camilo, habiendo derrotado a los volscos y ecuos, marchó para liberarla, pero, antes de que la ayuda pudiera llegar; la ciudad fue forzada a rendirse a condición de que sus habitantes abandonaran sus armas y se quedaran solo con la ropa que tenían puesta.
Encontrado a los sutrianos exiliados, el mismo día Camilo ordenó dejar atrás sus bagajes y marchó rápidamente hasta Sutri, donde encontró al enemigo disperso y ocupado con el saqueo de la ciudad. Camilo ordenó que todas las puertas fueran cerradas y atacó antes de que los etruscos pudieran concentrar sus fuerzas. Los etruscos, entonces rodeados, intentaron luchar, pero cuando supieron que sus vidas podrían ser salvadas, se rindieron en masa.
Sutri obtuvo así la distinción de haber sido capturada dos veces el mismo día. Lívio proporciona un relato del botín tomado. Habiendo vencido tres guerras simultáneas, Camilo volvió a Roma donde le concedieron el triunfo.
Los prisioneros etruscos fueron vendidos en subasta pública y, después de devolver el oro entregado por las matronas romanas para rescate de Breno; sobró lo suficiente para moldear tres cuencas doradas inscritas con el nombre de Camilo y colocadas en el templo de Júpiter Óptimo Máximo ante los pies de la estatua de Juno.
Tito Lívio es la única fuente escrita para los siguientes años. Él cuenta que, en el 388 AC, un ejército romano invadió el territorio de Tarquinia y capturó las ciudades de Cortuosa y Contenebra. La primera fue tomada por sorpresa y cayó en el primer asalto. En Contenebra, una pequeña tropa intentó resistir, pero sucumbió después de algunos días.
En el 387 AC, surgieron rumores en Roma de que Etruria se había armado y los romanos nuevamente se dirigieron a Camilo, que era uno de los seis tribunos consulares elegidos para el año 386 AC. Sin embargo, Camilo fue distraído por las noticias de que los volscos habían invadido el territorio de un aliado romano.
Con Camilo ocupado, los etruscos atacaron las fortalezas fronterizas de Nepi y Sutri. Pero Camilo rápidamente derrotó a los volscos y formó un segundo ejército en Roma. Camilo y su compañero, Publio Valerio Potito Publícola recibieron el mando de este segundo ejército y la guerra contra los etruscos.
Cuando Camilo y Valerio llegaron a Sutri, los etruscos ya habían tomado la mitad de la ciudad y los sutrianos estaban defendiendo como podían el resto en una lucha urbana. Camilo dividió su ejército en dos y ordenó que su compañero atacara la muralla del lado dominado por el enemigo. Los estruscos, que fueron atacados tanto desde dentro como desde fuera de la ciudad, huyeron despavoridos, dejando aun así numerosos muertos.
Después de haber recapturado Sutri, los romanos marcharon hacia Nepi, que ya se había rendido a los etruscos después de la traición de uno de sus propios ciudadanos.
Camilo intentó convencer a los habitantes de Nepi a expulsar a los etruscos. Cuando se negaron, capturó la ciudad. Ejecutaron a los etruscos y a quienes los defendieron, y dejaron una guarnición romana para proteger la ciudad. Después de la victoria, no hay relatos de ningún otro conflicto entre etruscos y romanos hasta el 358 AC, cuando Roma nuevamente entró en guerra contra Tarquinia.
Segunda guerra contra Tarquinia (358 – 351 AC)
En el 358 AC, Roma declaró la guerra contra Tarquinia después de que fuerzas de esta ciudad atacaran el territorio romano. El cónsul Cayo Fabio Ambusto fue nombrado para liderar la campaña.
Pero los tarquinios derrotaron a Fábio y sacrificaron a 307 prisioneros de guerra romanos.
Al año siguiente, Roma también declaró la guerra contra los faliscos, que habían luchado con los tarquinios y rehusaron a entregar los desertores romanos que huyeron a su capital, Falerii, después de la derrota.
Esta campaña fue encargada al cónsul Cneo Manlio Capitolino, que nada más que reunir a su ejército en un campamento cerca de Sutri y, en asamblea, pasó una ley tributando la manumisión de los esclavos. Preocupados por el precedente que podría crearse, los tribunos de la plebe transformaron en pena capital la reunión de una asamblea fuera del lugar habitual. Diodoro Sículo añade que nada de importante ocurrió durante la guerra contra los falcos, excepto los raids y saqueos.
Según Livio, en 356 AC, el cónsul Marco Fabio Ambusto mandó a los romanos contra los habitantes de Falerii y Tarquinia. El ejército etrusco contaba con sacerdotes con serpientes y antorchas y, al principio, la visión de ellos hizo que muchos romanos huyeran de vuelta a sus trincheras, pero el cónsul los obligó a reanudar sus posiciones. Los etruscos fueron derrotados y su campamento, capturado, lo que hizo que toda la Etruria se levantara, bajo el mando de tarquinios y falerios, para marchar contra las salinas romanas. Poco a poco, los romanos nombraron a Cayo Marcio Rutilus como dictador, la primera vez que un plebeyo asumía ese puesto.
Marcio cruzó el Tíber usando balsas y, después de capturar una banda de saqueadores etruscos, capturó un campamento enemigo de sorpresa y logró hacer 8.000 prisioneros después de matar o expulsar a los demás del territorio romano. El pueblo de Roma resolvió ofrecer a Marcio un triunfo, pero no fue confirmado por el Senado, una información confirmada por los Fasti triunfales, que relatan Marcius Rutilus, dictador, triunfó sobre los etruscos el 6 de mayo.
Según Sículo, los etruscos saquearon todo el territorio romano, llegando hasta el Tíber antes de regresar a casa.
En el 355 AC, el cónsul Cayo Sulpicio Pético habría atacado el territorio de Tarquinia, otros escritores dicen que hizo la campaña contra los tiburtinos con su compañero, Marco Valerio Publícola.
Al año siguiente, los romanos forzaron a los tarquinios a rendirse después de matar a un gran número de ellos en combate. Los prisioneros fueron ejecutados, a excepción de 358 nobles, que fueron enviados a Roma para ser flagelados y decapitados en el Foro Romano en represalia a los sacrificados de romanos por los tarquinios en el 358 AC. Según Diodoro Sículo, solamente 260 fueron sacrificados en el Foro.
En 353 AC, llegaron rumores a Roma que el pueblo de Caere se había aliado a Tarquinia. Las noticias se confirmaron cuando el cónsul Cayo Sulpicio Pético, que estaba arrasando el territorio tarquinio, relató que las salinas romanas habían sido atacadas. Parte del saqueo fue enviado a Caere y, sin duda, algunos de los atacantes eran de allí. Por eso, los romanos nombraron a Tito Manlio Imperioso Torcuato dictador y declaró la guerra.
Los caerenses, arrepentidos de sus actos, enviaron embajadores a Roma para implorar por la paz. En cuanto a la antigua amistad entre las dos ciudades, Roma les concedió una tregua de 100 años y se volvieron a los faleros, pero ningún ejército enemigo fue encontrado y el ejército romano regresó a casa después de arrasar el territorio de Falero, pero sin tratar de tomar la ciudad.
En el 352 AC, de nuevo por rumores, esta vez sin base, de que las doce ciudades de Etruria se habían aliado contra Roma, los romanos decidieron nuevamente nombrar a un dictador. Cayo Julio Julo fue nombrado por los cónsules, que estaban en campaña y no en la ciudad, como era usual.
Al año siguiente, el año final de la guerra, el cónsul Tito Quincio Penno Capitolino Crispino nuevamente realizó una campaña contra los faleros mientras su compañero, Cayo Sulpicio Pético, atacó a Tarquinia. No hubo ninguna batalla, pero los faleros y los tarquinios, cansados de la guerra y con sus territorios destruidos por la guerra, pidieron la paz. Los romanos concedieron a los dos 40 años de tregua.
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