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Los gálatas y la Galacia (279- 25 a.C)

 A partir de los siglos VIII a. C. y el V a. C., diversos pueblos celtas se extendieron desde su núcleo original centroeuropeo por gran parte de Europa, llegando un pueblo originario de la Galia, los gálatas, por el este hasta el territorio de la actual Turquía, asentándose en la región anatolia de Galacia.


Según cuenta el historiador y geógrafo griego del siglo II Pausanias, en el año 279 a. C. algunas tribus de galos se dirigieron hacia Grecia a través de los Balcanes llegando a atacar el oráculo de Delfos y el santuario de Apolo, siendo finalmente derrotados y muerto Brenno, su comandante.

Tras esta derrota, la tribu se dirigió hacia Asia Menor, donde, después de grandes enfrentamientos con los reyes de Pérgamo, fueron derrotados por estos y se trasladaron a la zona central de Capadocia, donde se asentaron en una región que pasó a llamarse Galacia, formando pequeños Estados independientes que se irían consolidando durante los reinados de los reyes sucesores de Antíoco, y, por tanto, sus habitantes (los galos) pasaron a llamarse gálatas. El rey seléucida Antíoco I Sóter ganó su epíteto tras vencerlos en la batalla de los elefantes.

Más tarde, debido a los continuos saqueos en la región por parte de los gálatas, el rey de Pérgamo Eumenes I se enfrentó a ellos, derrotándolos ayudado por su gran ejército de mercenarios. Poco después llegaron nuevos destacamentos desde las selvas de Germania y volvieron a atacar, pero de nuevo fueron derrotados en Pérgamo y en las grandes ciudades de la costa de Asia Menor por el sucesor de Eumenes, el rey Átalo I. Los historiadores piensan que estas victorias fueron beneficiosas para la trayectoria de la cultura helenística, que quizás de otro modo se habría truncado.

Como resultado de esto se establecieron en el centro de la península de Anatolia, y su territorio más tarde pasaría a formar la provincia de Galacia.

Hacia el siglo V d. C. hay testimonios de que los gálatas, aun habiendo adoptado una cultura y modo de vida ya típicamente griegos, conservaban su lengua. Así Pablo en la carta a los Gálatas menciona nombres claramente celtas, y San Jerónimo dejó constancia en sus escritos de que la lengua de los gálatas resultaba parecida al dialecto galo de los treviros, en la actual Bélgica.


Dado que el origen de los gálatas se encontraba en la Galia, es muy posible que de hecho el gálata fuera originalmente un dialecto galo.

La antigua ciudad de Ankara, que fue sometida antaño por Alejandro Magno, pasó a ser la capital de esta región, con el nombre de Ancyra. La dinastía turca de los Selyúcidas la rebautizó más tarde como Angora. El nombre de Ankara fue restablecido en 1930.

Galacia es una antigua región del Asia Menor (actualmente parte de Turquía), donde se asentaron algunas tribus migratorias de galos procedentes del centro de Europa a principios del siglo iii a. C. La región tomó su nombre de estos galos y sus habitantes se llamaron gálatas.

Para los geógrafos de la antigüedad, la «tierra céltica» era aquella extensión que lindaba con los Pirineos y los Alpes y otras tierras fuera del mundo clásico. Siempre que el geógrafo Estrabón quería referirse a estas tierras, las llamaba keltai. 

La palabra celta no definía una etnia, sino un concepto geográfico.


Sin embargo, los romanos no los denominaban así; para ellos los habitantes de estas tierras eran galos, independientemente del lugar geográfico donde se encontraran, más allá de los Alpes, cerca de los ligures (en Italia), allende las columnas de Hércules (España) o Asia Menor (Turquía). 

La Galia o las Galias era por antonomasia el territorio europeo (lo que hoy es Francia, aproximadamente), y Galacia era el territorio de Anatolia, en Asia Menor. Sus habitantes, los de un sitio y otro, eran llamados siempre galos.

En el año 279 a. C., algunas tribus de aquellos galos (o celtas) se dirigieron desde allende los Alpes hacia Provenza y la península itálica; un tercer grupo llegó hasta Grecia, y en Delfos amenazaron con destruir el santuario de Apolo. 

Pero aquel ataque fue un fracaso y no precisamente por la acción del contingente humano, sino por la supuesta ayuda del dios Apolo que invocó a la Naturaleza, que se puso de parte de los griegos, según cuenta el historiador y geógrafo griego del siglo II, Pausanias.

 Al parecer hubo un gran terremoto, tormenta con rayos y truenos, noches con heladas y nevadas y desprendimiento de rocas de las montañas cercanas. Breno, el jefe de los gálatas, resultó gravemente herido y adelantó su muerte bebiendo “una gran cantidad de vino puro”, según palabras del historiador. Hay que tener en cuenta que, en esta época, el vino se bebía diluido en agua, de ahí que el hecho llamara la atención del escritor. También describe la valentía y la bravura de aquellas gentes.


Átalo I, vencedor de los gálatas.

Aquellos galos derrotados y rechazados iniciaron su camino hacia el norte y el noreste y se fueron desperdigando al llegar a Asia Menor. Por entonces reinaba en Pérgamo el rey Eumenes I, que les rechazó ayudado por su gran ejército de mercenarios. Poco después llegaron nuevos destacamentos desde las selvas de Germania y volvieron a atacar, pero de nuevo fueron repelidos en Pérgamo y en las grandes ciudades de la costa de Asia Menor por el sucesor de Eumenes, el rey Átalo I. Los historiadores piensan que estos rechazos fueron beneficiosos para la trayectoria de la cultura helenística, que quizás de otro modo se habría truncado.

Después de estas derrotas, los grupos de galos se desperdigaron por otros lugares de Anatolia y se fueron asentando en las cuencas de los actuales ríos Kizil Irmak y Delice Irmak. Allí crearon una región propia que se llegó a llamar Galacia, cuya capital fue Ancyra (Ankara). Desde allí se fueron adueñando de las poblaciones de la costa egea.


A partir de 189 a. C., esta región, junto con otras adyacentes, fue gobernada directamente por Roma, hasta que en 25 a. C. se convirtió en provincia romana con el nombre de Galatia.


En el siglo I, esta zona fue visitada por San Pablo, quien entregó una epístola a sus habitantes, los gálatas, en las distintas iglesias cristianas que ya existían. En el siglo XI Galacia cayó en poder de los selyúcidas.

El gálata moribundo

El Gálata moribundo  es una antigua copia romana en mármol de una estatua griega ya desaparecida, probablemente hecha en bronce, que fue encargada entre 230 y 220 a. C. por Átalo I de Pérgamo para conmemorar la victoria sobre los gálatas. La base sobre la que se apoya actualmente fue añadida tras su redescubrimiento. La identidad del escultor se desconoce, pero algunos sugieren que Epígonas (Epígono), el escultor de la corte de la dinastía atálida, pudo haber sido el autor.

La estatua muestra a un galo moribundo con gran realismo, especialmente en la cara, y es posible que estuviera pintado. Representa a un guerrero con cabellera y bigote al estilo galo. La figura está completamente desnuda excepto por un torque al cuello. Aparece representado luchando contra la muerte, negándose a aceptar su destino. La estatua sirve como recordatorio de la derrota gálata, mostrando así la superioridad de la gente que los venció, y como memorial a la valentía de tan dignos adversarios. Si no tenemos en cuenta el hecho de la representación desnuda de héroes en el arte helenístico, podría ser una evidencia que corroborase los relatos sobre el estilo de lucha de los galos. Los historiadores cuentan que los gesates luchaban desnudos en las batallas del valle del Po en Italia, durante las guerras cisalpinas. Julio César cuenta en su relato de las guerras en la Galia que los galos iban desnudos al combate, exceptuando sus armas, y Diodoro Sículo relata otros sucesos similares:

Algunos utilizan petos metálicos, mientras que otros van completamente desnudos al combate, confiando únicamente en la protección que brinda la naturaleza.

En cualquier caso, la representación de este galo desnudo pudo ser más una concesión del estatus de héroe, de la misma manera que se hacía con los héroes griegos, que una representación objetiva de su desnudez en combate.

El Gálata moribundo se convirtió en una de las obras más admiradas de entre las que han sobrevivido desde la antigüedad, y fue incansablemente copiada y tallada por artistas y escultores. Se cree que fue redescubierta a principios del siglo XVII durante unas excavaciones en Villa Ludovisi, junto al llamado Gálata Ludovisi o Galo suicidándose, y fue incluida en la colección de la poderosa familia romana de los Ludovisi. Muestra señales de haber sido reparada; la cabeza parece haberse roto a la altura del cuello, aunque no se sabe con certeza si fue reparada en tiempos romanos o tras su redescubrimiento en el siglo XVII

La calidad artística y el expresivo pathos de la estatua despertaron gran admiración entre las clases educadas de los siglos XVII y XVIII, y era una visita obligada del Grand Tour europeo que emprendían algunos jóvenes de la época. Lord Byron fue uno de aquellos visitantes, conmemorando al Gálata moribundo en su poema Childe Harold's Pilgrimage (canto IV, stanzas 140–141). Fue copiado extensamente, y muchos reyes, estudiosos y gente poderosa encargaban sus reproducciones del Gálata moribundo (por ejemplo hay una copia en mármol negro en el vestíbulo de Robert Adam en la Casa Syon (Londres). Los menos pudientes podían adquirir copias de la estatua en miniatura para usarlas como adornos o pisapapeles. Muchos estudiantes de arte utilizaban también modelos de yeso a tamaño real (la Royal Academy de Londres tenía uno de éstos, hoy en día ubicado en la Courtauld Gallery).


Durante este periodo algunos malinterpretaron la estatua pensando que se trataba de un gladiador, acuñando así denominaciones alternativas y erróneas: El Gladiador herido o moribundo, Gladiador romano, Mirmillón moribundo y Trompetista moribundo.


Fue requisado por Napoleón Bonaparte por el Tratado de Campoformio (1797) durante la invasión de Italia, y llevado como trofeo a París, donde quedó expuesto. Fue devuelto a Roma en 1815 y actualmente está expuesto en los Museos Capitolinos.


Pueden verse copias de la estatua en el Museo de Arqueología Clásica de la Universidad de Cambridge, en la Leinster House de Dublín, así como en Berlín, Praga y Estocolmo. En los Estados Unidos existen copias en la Sociedad Estatal Histórica, en Tacoma, Washington, y en la Biblioteca Redwood de Newport, Rhode Island.


Los galos o gálatas en Estambul

En esta ciudad existe un barrio que se llama Gálata. Es una colina que se halla rodeada de calles sinuosas, con casas de estilo occidental. En este lugar se fueron instalando en el siglo xx los distintos inmigrantes que llegaban para hacer fortuna.


La torre de Gálata es una fortificación que formaba parte de un conjunto que construyeron los genoveses en el antiguo barrio de Gálata, en el año 1348. Era un momento en que las relaciones que tenían con Constantinopla (antiguo nombre de Estambul) no eran muy buenas y además se veían constantemente amenazados por los venecianos, que fueron desde siempre sus rivales.

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