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El reino de Pérgamo (280-129 a.C )

La antigua ciudad de Pérgamo se hallaba situada en el noroeste de Asia Menor (actual Turquía), a 30 km de la costa del mar Egeo y frente a la isla de Lesbos, en la región llamada Misia


La leyenda dice que la ciudad de Pérgamo fue fundada por Pérgamos, hijo de Neoptólemo y Andrómaca, todos ellos personajes de la Guerra de Troya. 

 En el año 560 adC la ciudad pertenecía al rey de Lidia Creso y algún tiempo después pasó a depender de Ciro II de Persia. Algunas fuentes aseguran que cuando Alejandro Magno venció a Darío III, rey de los persas y dominó toda el Asia Menor, puso como gobernadora de Pérgamo a Barsine que era la viuda de un comandante persa de Rodas.


Pero el origen de la gran ciudad que llegó a ser está en una ciudadela situada en la parte más alta, donde el general Lisímaco de Tracia guardó sus tesoros. Se cree que acaudaló una gran riqueza, hasta 9.000 talentos que junto con otras joyas dejó en aquel lugar al cuidado del gobernador de la zona llamado Filetaro (otros autores le llaman Filetero o Filetairo).


Los Atálidas

Filetaro era macedonio, hijo de Atalo y Paflagonia. Había servido a las órdenes del general de Alejandro Magno Antígono Monoftalmos y más tarde Lisímaco de Tracia le nombró comandante para la zona de Pérgamo y le hizo responsable del erario que se guardaba en la acrópolis. 

Su mandato como gobernador duró desde el 283 adC hasta el 263 adC, primero a las órdenes de Lisímaco, después a las de Seleuco I de Babilonia y Siria y por último como dirigente independiente. Filetaro no fue nombrado nunca rey pero fue el comienzo de una dinastía que terminó en el año 129 adC con el rey Eumenes III.


En el año 381 tuvo lugar el enfrentamiento entre Lisímaco y Seleuco I Nikátor, en el que perdió la vida Lisímaco. Un poco más tarde, ya en el 280 adC, Seleuco murió asesinado y le sucedió su hijo Antíoco I Sóter. 

Este cambio de rey fue aprovechado por Filetaro para declarar independiente todo el territorio de Pérgamo, cosa que le fue fácil pues había tenido buen cuidado en apoderarse del tesoro que custodiaba por encargo de Lisímaco. De esta manera Pérgamo y las localidades que dependían de ella dejó de formar parte del reino de los seléucidas.

Durante el gobierno de esta dinastía Pérgamo se fue convirtiendo en una rica y poderosa potencia. En esta ciudad nació el arte de la jardinería. Sus reyes fueron grandes coleccionistas de arte y buenos bibliógrafos.

A Filetaro (que era eunuco y por tanto no tenía hijos) le sucedió su sobrino, adoptado como hijo, Eumenes, que gobernó con el nombre de Eumenes I desde el 263 adC al 241 adC. 

 Eumenes consiguió apoyo y ayuda del rey egipcio contra su rival seléucido Antíoco I. Una gran hazaña de este gobernante fue detener con su ejército de mercenarios la invasión de tribus galas (llamadas en este caso gálatas) que se habían adentrado en Asia Menor. 

La ciudad de Pérgamo se fue embelleciendo durante su reinado.


Le sucedió Atalo I Sóter que tomó el título de rey y reinó desde el 241 adC al 197 adC. 

Atalo luchó de nuevo contra los gálatas que habían vuelto a irrumpir por esa zona y en el año 230 adC les aniquiló después de unas cuantas campañas. 

También luchó y venció al rey seléucida Antíoco III Megas, de manera que llegó a dominar todo el noroeste de Asia Menor.

 Atalo supo mantener una buena alianza con Roma que despuntaba ya como pueblo dominador. En su reinado, Pérgamo sobresalió como un gran centro artístico y literario y su biblioteca llegó a ser la más importante del mundo conocido después de la de Alejandría.


El siguiente rey fue Eumenes II Sóter que reinó desde 197 adC a 159 adC. En su tiempo se construyó el gran altar de Zeus, obra máxima del arte helénico.


Atalo II reinó desde 138 adC a 133 adC. 

Después de él hubo otros dos reyes efímeros; Atalo III y Eumenes III Aristónico. 

Atalo II legó en su testamento el reino al pueblo romano. Con el control de Roma Pérgamo se convirtió en la capital de la provincia romana de Asia Menor y en una de las ciudades más importantes de la Antigüedad.


La fortaleza estaba construida en todo lo alto, dominando el valle del río Selinus a una altura de 335 m sobre el nivel del mar. La cima es una especie de plataforma ligeramente inclinada hacia el oeste y que baja hacia el sur a modo de terrazas, cada una de las cuales presenta su independencia funcional y arquitectónica, como adaptación de la arquitectura al terreno; de esa manera las terrazas llegan a ser un elemento más de la construcción. Los arquitectos supieron dar forma a la estructura de las terrazas y consiguieron el cuadro total de cada edificio haciendo uso de los pórticos y las columnas sin miedo de alargarlas en grandes proporciones ni de lanzar una altura de hasta 2 o 3 pisos. Siguieron fórmulas tradicionales pero además incorporaron una novedad en la historia de la arquitectura y del urbanismo griego que es la integración del paisaje en la composición arquitectónica. La idea es totalmente nueva y diferente del sistema de construcción de la ciudad griega anterior a esta época.



Ciudad antigua de Pérgamo

Sobre este importante desnivel se fue edificando la ciudad que quedó configurada en tres cotas superpuestas:

Ciudad baja, hoy enterrada y cubierta por la actual ciudad de Bergama.

Ciudad media, que ha conservado las murallas antiguas del tiempo de Atalo I. entre los edificios más notables estaban los gimnasios, construidos en 3 terrazas y el santuario de Deméter, mandado edificar por Filatero.

Ciudad alta, que es la acrópolis, aquella que guardaba Filatero por orden de Lisímaco. Como tal acrópolis tenía la designación de ciudad religiosa, residencial y militar. Estaba construida en torno al teatro, por detrás del cual se hallaban el santuario de Atenea Nikéforos (la que conduce a la victoria), levantado en tiempos de Filetaro en orden dórico, y la biblioteca. La ciudad de Pérgamo estaba consagrada a Atenea, a imitación de las ciudades griegas importantes. Al norte estaba el palacio real, muy simple, acompañado de un cuartel y un arsenal. Al sur se alzaba el gran altar de Zeus, dominando a su vez el ágora.

En este laberinto de terrazas y terraplenes la calle tiene su lugar; la transformación sufrida respecto a la calle tradicional griega es enorme. Antes era casi siempre un corredor estrecho y carente de ornamentos. Con las nuevas ideas de Pérgamo la calle se hace ancha de hasta 20 m y mucho más larga y, lo mismo que los edificios, se integra ella también no sólo con el paisaje sino con las construcciones. De esta manera, las columnatas que rodean las terrazas se repiten y se alargan por las calles principales. Para cortar la monotonía que este sistema pudiera tener se interrumpen alguna vez con puertas, arcos de triunfo, columnas con personajes, etc.


Los reyes atálidos tuvieron la gran ambición de convertir Pérgamo en una ciudad de la categoría de Atenas en tiempos de Pericles y supieron conseguirlo.


La acrópolis

Se encuentra en la ciudad alta, en la cúspide de la colina. Aquí están las ruinas de algunos de los edificios que hubo en otros tiempos.


Biblioteca, que fue famosa, la segunda en importancia después de la gran biblioteca de Alejandría. Llegó a tener hasta 200.000 ejemplares. Está reconstruida por los alemanes.

Teatro, con capacidad para 10.000 espectadores. Tiene 69 peldaños que se extienden a lo largo de una inclinación con la altura de 38 m. La parte baja da a una gran terraza que fue en tiempos lejanos un lugar para pasear.




Altar de Zeus,
al sur del teatro, rodeado de árboles en la actualidad. Todo el friso de esculturas fue llevado a Berlín en el siglo XIX. Fue un regalo del sultán en pago a los grandes trabajos de excavación que estaban llevando a cabo los arqueólogos alemanes. Queda en su sitio el podium.

Están también las ruinas que demuestran el emplazamiento de los palacios de Atalo I y Eumenes II.

El Asclepion

Las ruinas de lo que fue un antiguo centro médico se encuentran a 3,5 km, hacia el oeste, del centro de la ciudad actual. El lugar, consagrado al dios de la salud Asclepio, fue fundado por el poeta Arquias, ciudadano de Pérgamo en agradecimiento a los cuidados que había recibido en el Asclepion de Epidauro (Grecia).


Las excavaciones muestran que la historia del Asclepion de Pérgamo se remonta al siglo IV adC. Pero su época de mayor esplendor se dio en el siglo II gracias a Galeno (131-210), natural de Pérgamo, quien estudió en Alejandría, Grecia y Asia Menor, fue médico de los gladiadores y más tarde del emperador romano Marco Aurelio Antonino Caracalla, en el 162. Estaba decorado con un bajorrelieve con las serpientes que simbolizan a Asclepios.


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